Ver para creer. Hace unas semanas en el Pabellón los rojillos caían vapuleados por 12-1, sí, 12-1. A priori, con muchísimas dudas y tras caer justamente en Monforte, quien más quien menos tenía el corazón encogido por si al equipo le caía otra "chosca"... así que tocaba casi "rezar" y esperar.
Con retraso (alguien debería pensar en el Colegio de Arbitros que los pobres colegiados entre partido y partido han de rellenar el papeleo) y con el cielo descargando mares se presentaron los niños del pabellón B con tanta anticipación que debió enfriársele sus ideas. Enfrente los niños de Pico se presentaban con una importante variante táctica nada usual en sus equipos, 2 atrás, retrasando Pablo su posición como segundo defensa, Diego con todo el centro del campo para él, y Juan arriba como único punta y a jugar..
Y fútbol lo que se dice fútbol no hubo mucho, puesto que el aguacero encharcó el campo y lo hizo cada vez más pesado (algo que los niños del pabe, un año menores, acabaron acusando) imposibilidando se pudiera jugar al toque y rasear el balón. Por contra lo que si hubo por los rojillos fue orden, disciplina, ganas y fe. Mucha fe. Con un Abel Josué infranqueable atrás, con Diego llegando a todos lados, con Abel segurísimo en defensa, y con una buena salida de balón por las alas con Tomi y Diego, sin olvidar que Juan volvió ser el que era, llevando peligro, fajandose de sus marcadores, asistiendo y presionando lo imposible, los vermellos lograron maniatar al Pabe que no creaba peligro. Por contra, un balón suelto en mitad del campo fue a parar a la zurda de Hugo que nos deleito con uno de sus mejores goles. 1-0 y a seguir luchando. Antes del descanso pudo llegar alguno más pero Iago en 2 ocasiones no estuvo acertado para lograr ampliar la ventaja.
En el segundo tiempo la tónica fue la misma, muy centrados en labores defensivas, sin perder el sitio y tratando de buscar alguna contra, y estas llegaban, una buena jugada de Juan dejaba sólo a Diego delante del portero pabellonista que no conseguía batir. Del 2-0 al 1-1. En la jugada siguiente un balón aéreo dividido acaba con un lio para Abel que deja el balón muerto para que el Pabellón empatara. Mucho premio para tan pocas ocasiones. Sin embargo los de rojo no se vinieron abajo y gracias a Juan, que donde no había nada sacó petróleo y con 2 blanquiverdes encima lograba hacer el 2-1. Nuestro killer regresaba a lo grande. Una falta lanzada por Diego poco después le resarcía de su error anterior y ponía el 3-1 definitivo a la vez que cerraba el encuentro. Justo premio para el desarrollo del encuentro.